Raglan Road

Author: Lola RV / Etiquetas:


En el concierto en La Alhambra, Loreena nos regalaba una versión de Raglan Road, la popular canción irlandesa. Poema escrito por el poeta irlandés Patrick Kavanagh, al que el músico folk irlandés Luke Kelly puso música en 1960.

Inspirada en la calle Raglan, en Ballsbridge, Dublín. El poeta camina por una calle tranquila, recordando una historia de amor con una muchacha local. Sabía que corría el riesgo de salir con el corazón roto, pero aún así no pudo resistirse.


Raglan Road
Letra de Patrick Kavanagh, música de Luke Kelly
Arreglos de Loreena McKennitt 


On raglan road on an autumn day,
I saw he first and knew
That his dark hair would weave a snare
That i might one day rue.
I saw the danger and yet i walked
Along the enchanted way
And i said let grief be a falling leaf
At the dawning of the day.

On grafton street in november,
We tripped lightly along the ledge
Of a deep ravine where can be seen
The worst of passions pledged.
The queen of hearts still baking tarts
And i not making hay,
For i loved too much; by such and such
Is happiness thrown away.

I gave he the gifts of the mind.
I gave he the secret sign
Thats known to all the artists who have
Known true gods of sound and time.
With word and tint i did not stint.
I gave he reams of poems to say
With his own dark hair and his own name there
Like the clouds over fields of may.

On a quiet street where old ghosts meet,
I see he walking now away from me,
So hurriedly. my reason must allow,
For i have wooed, not as i should
A creature made of clay.
When the angel woos the clay, hell lose
His wings at the dawn of the day.




En Raglan Road, en un día de otoño
la vi por primera vez y supe
que su pelo oscuro tejería una trampa
que un día habría de lamentar.
Percibí el peligro y aun así
recorrí el camino encantado.
Y me dije: que el pesar sea
como una hoja caída al amanecer…

En Grafton Street durante noviembre
viajábamos ligeros a lo largo del muro
de un barranco profundo
en el que aún puede leerse la súplica de pasión
La Reina de Corazones urdiendo sus embrollos
y yo sin saber cómo deshacerlos
Oh!, he amado tanto, pero tanto.
Y por esto y aquello la felicidad se desperdicia.

Le entregué dones de la mente
Le enseñé el signo secreto que sólo saben
los artistas que han conocido
a los verdaderos dioses del sonido y de la piedra
Y palabra y tinta sin límite
Y poemas para que dijera con su único nombre allí
Y su única cabellera oscura
Como nubes sobre los campos de Mayo.

Desde una tranquila calle donde los viejos fantasmas se encuentran
La veo caminando apresurada ahora lejos de mí
Mi razón debe comprender que he amado como no debía
a una criatura de "polvo".
Cuando el ángel se enamora de la tierra
perderá sus alas al amanecer.